Cuándo todo a tu alrededor parece no tener sentido...

Te esfuerzas y pones todo tu empeño para lograr tus objetivos, sin embargo los resultados no son los que esperabas y no sientes más que deseos de dejarlo todo, y aunque quieras evitar; las lágrimas son el último recurso que te hace comprender... “las cosas no están bien “.

Más de alguna vez te has preguntado: Porque las cosas no funcionan?, y aunque has tratado diferentes formas y métodos para lograr un buen resultado y aún así, las cosas no mejoran. Cuándo sientes que el camino se te está cerrando y lo que tienes por delante es un estrecho puente que no te atreves a cruzar. Detente a pensar justo ahí: Si has llegado a ese punto no es porque así lo quisiste, más bien las circunstancias te han llevado o empujado hasta ahí. En ese sentido, considera lo que está frente a ti y con buena actitud enfrenta lo que está por venir.

Cuándo el control de todo ya no está en tus manos, debes reconocer que no es casualidad que las cosas hayan llegado a tal punto de necesitar ayuda. Solos no podemos enfrentar los obstáculos que llegan, pero si contamos con la ayuda de quien todo lo puede; entonces podremos ver y palpar el resultado maravilloso de lo que emprendamos porque ya no depende de nosotros, sino de Dios. Es de esa manera que las cosas darán un giro diferente, pensarás con claridad y podras obtener victorias porque a tú lado está el vencedor y reconocerás el cumplimiento de su palabra, porque lo pondrás por obra: “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece” (Filipenses 4:13)

Caminando al lado de El somos más que vencedores (Romanos 8:28) y aunque el camino parece angosto, el resultado de atravesar el puente que nos lleva a El; nos hace amplios los caminos, y poco a poco abre aún más el horizonte para que podamos compartir con otros la maravillosa experiencia de caminar con Jesús. Atrévete a cruzar el puente. Anímate y pídele a Dios enamorarte de Jesucristo y verás cómo todo cambia por el sólo hecho de darle a El tu corazón. El amor es el más grande sentimiento que existe y no hay otro sentimiento más grande que ese.

Estar enamorado es pensar en el ser amado constantemente y buscar la manera de agradarle con nuestra actitud, nuestras decisiones y todo lo que esté relacionado para que la relación entre ambas partes funcione. Estar enamorado es incluso hacer cosas sin sentido a fin de llamar la atención de quien amas y  no sólo eso, si no que al pasar del tiempo se construyan lazos fuertes, capaces de detener las muchas aguas y cuando haya pasado todo El Amor nunca deje de ser.

 Para muchos podría no tener sentido el servir a Dios, porque piensan de sí mismos que son buenos y como no hacen mal a nadie, no necesitan hacer ningún cambio en sus vidas. Sin embargo, uno de los pasajes Bíblicos nos narra que Jesús se encuentra con una mujer, con la cual se detiene a conversar declarándole todo a cerca de los maridos que ella  había tenido; y le advierte que viene el tiempo en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4:7-42).
Dios no necesita que le adoremos, pero nosotros necesitamos adorarle para recibir las bendiciones espirituales. Así como lo hizo esa mujer, después de haberle conocido, no sólo se llenó de gozo, sino también fué y contó a otros lo que Jesús había hecho con ella y todos ellos creyeron en El por palabra de ella y al oir la voz de Jesús, reconocieron que El era el Salvador del mundo, el Cristo.
Me encanta la actitud de esa mujer, ella representa a todo ser humano antes de aceptar a Jesucristo; digno ejemplo a seguir. Por su misericordia me rescató a mi de mi vana manera de vivir y ahora comparto con otros lo maravilloso que es sentirse amado por El. Eso nos deja claro que debemos amarle no sólo de labios, sino con nuestra mente, nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro corazón y nuestro entendimiento. Todo nuestro ser debe estar conectado de manera eficaz para que pueda realizarse el cambio de conducta que no avergüenza, sino restaura, edifica y alcanza a muchos que viendo el cambio transformador de Dios son atraídos y bendecidos por El.

Atrévete a cruzar! Dios te está esperando!